Algunos candidatos a presidente temen referirse al sector energético porque asumen que no hay buenas noticias para dar. Es tal la maraña de subsidios y problemas de tarifas que enfrentan los servicios públicos, que algunos prefieren salir del paso con frases políticamente correctas.
En general la situación es la siguiente: lo que paga la demanda es bajo, no cubre el costo del servicio y el Estado cubre la diferencia. A su vez el Estado, como pocos privados quieren o pueden invertir en estas condiciones, debe concentrar sobre sus espaldas la obligación de invertir para que los servicios públicos, al menos, no colapsen. El gobierno siempre promete invertir mucho y termina haciendo, en el mejor de los casos, lo que la caja le permite. El esfuerzo inversor es loable, el problema es que no alcanza.