Bajar Subsidios es Reactivante y Progresista

Algunos candidatos a presidente temen referirse al sector energético porque asumen que no hay buenas noticias para dar. Es tal la maraña de subsidios y problemas de tarifas que enfrentan los servicios públicos, que algunos prefieren salir del paso con frases políticamente correctas.

En general la situación es la siguiente: lo que paga la demanda es bajo, no cubre el costo del servicio y el Estado cubre la diferencia. A su vez el Estado, como pocos privados quieren o pueden invertir en estas condiciones, debe concentrar sobre sus espaldas la obligación de invertir para que los servicios públicos, al menos, no colapsen. El gobierno siempre promete invertir mucho y termina haciendo, en el mejor de los casos, lo que la caja le permite. El esfuerzo inversor es loable, el problema es que no alcanza.

El gobierno sostiene que los subsidios son positivos para la economía. La evidencia muestra que en la medida que se generalizaron los subsidios la economía empeoró. Si el argumento del gobierno fuera cierto, cuanto mas altos fueran los subsidios, mejor estaríamos. La cruda realidad nos demuestra exactamente lo contrario. Los subsidios no son esencialmente malos, lo que esta mal es subsidiar a lo Hood Robin: sacarle plata a los pobres para dársela a los ricos.

Por ejemplo, ¿Quienes reciben el subsidio energético? Como los subsidios se asignan por volumen consumido, en su mayoría benefician a los sectores de ingresos medios o altos y a las industrias. Los sectores de mayores ingresos con el ¨salario indirecto¨ que reciben, entre otras cosas, compran dólares, viajan al exterior y demandan trabajo extranjero. La gran mayoría de las industrias cobran por sus bienes lo máximo que pueden, por lo cual el subsidio aumenta su renta.

¿Quienes financian los subsidios? Los contribuyentes con sus impuestos. Como el sistema impositivo en Argentina es muy regresivo, los que menos tienen pagan proporcionalmente mas que los que mas tienen. A eso debemos agregar que parte de las erogaciones estatales se cubren con el impuesto inflacionario, que es de los impuestos mas regresivos.

Así, los sectores de mayores ingresos reciben mas que lo que proporcionalmente aportan y los sectores de ingresos bajos pagan mas que lo que relativamente reciben.

Si revirtiéramos la situación, las facturas de los servicios aumentarían y los impuestos podrían bajar (entre ellos el inflacionario). En un principio la suma aritmética agregada daría cero.

Pero su efecto es altamente reactivante para la economía. Un primer efecto es que si aparecen tarifas que cubran los costos económicos, las empresas podrán invertir reduciendo las erogaciones que el Estado hoy hace en ese rubro ante la desaparición de la inversión privada. Con lo cual, sumando ambos efectos, los impuestos podrían bajar aún más, o destinarse a otros rubros.

A su vez, las mayores inversiones aumentarían la eficiencia del servicio bajando su costo final. Por ejemplo, desaparecerían las unidades móviles de generación que usan las distribuidoras eléctricas para reforzar la red.

Pero el efecto no termina ahí, los sectores de menores ingresos tienen una propensión a consumir mayor que los sectores de altos ingresos, con lo cual aumentaría el consumo local.

El ahorro de los sectores de altos ingresos sale del sistema (colchón, cajas de seguridad o al exterior) o si lo depositan en los bancos, éstos se lo prestan al Banco Central. Con el aumento del consumo interno aumentarían los incentivos para la empresas para invertir. Con la baja del impuesto inflacionario algunos sectores podrían recuperar competitividad y volver a exportar, aumentando así la demanda agregada.

¿Alguno de los candidatos se animará a decirle la verdad a los ciudadanos? ¿O vamos a seguir haciendo de cuenta que los costos que no cubrimos con nuestras facturas no los paga nadie?. La forma en la que discutimos algunos temas no sólo dice mucho sobre nuestros representantes, también nos define como ciudadanos.

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